martes, 22 de junio de 2010

Demonios

Encerrado bajo mil llaves y candados. El aun asi se abre paso. Quiero salir de acá. Todavía escucho cuando grita, escucho sus pasos que se acercan. Inmóvil. Cierro los ojos, hago un esfuerzo enorme para esconderme o desaparecer, para que cuando abra la puerta no me vea. Me aplasto contra el rincón más alejado de la habitacion. Mis ojos siempre cerrados hasta humedecerse. Otra vez, un grito desgarrador calla al silencio. Clama libertad. Dejame en paz, dice. Y se agita. Tiene el mismo fiero rostro con el que lo vi la última vez. Escucho que golpea contra las paredes, frenético. Un espejo o un vidrio cruje cuadro se despedaza y hace llover fragmentos que se repiten en un eco contra el piso. La respiración se le hace pesada; transpira y jadea. Una mano se aferra al picaporte de la puerta y los mecanismos gastados de los candados se quiebran. Un haz de luz llena el encierro. ¿Me mira? No, no puede ver. Me busca. Quiere decirme algo pero las palabras se ahogan en su boca, no puede abrir la puerta. Algo lo detiene. Después le da un golpe y la cierra, ahora sí, grita otra vez. Quiere salir…


Demonios, todos tenemos uno...

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