domingo, 10 de marzo de 2013

Bar

Bar

El pequeño local en esa esquina, antiguo y oscuro, cae. La gente ya no visita el lugar, solo viejos conocidos paran a beber. Las paredes, sucias y con las marcas del pasado, lloran. El dueño, detrás de la barra, se chupa las encías y escupe. Desagradable. Un hombre gordo y con canas entra. Pide sin asco una copa de vino con soda. La joven mesera aparece, ella es la única luz en ese oscuro lugar pero es una luz titubeante. De tez blanca como la sal, cabello de un rojizo natural y la mirada clara pero triste, toma la botella de vino abierta y se dirige a servirle al cliente. El viejo le pasa una gran copa rota y comienza a servir la bebida. La copa rota, ese cáliz corrupto jamas se llenará... El vino se pierde antes de llegar al borde. La mesera llora mientras la copa no se llena ni la botella se vacia... Está atrapada en ese bar infernal, para servir a las alma errantes, hasta el fin de los tiempos...

El gordo ríe...